Preguntas Frecuentes

La Masonería reconoce la figura del GRAN ARQUITECTO DEL UNIVERSO como SÍMBOLO de las supremas aspiraciones e inquietudes de los hombres que anhelan captar la esencia, el principio y la causa de todas las cosas. Para el esclarecimiento de la verdad no reconoce otro límite que el de la razón humana basada en la ciencia. Es decir, deja librado a cada uno la concepción religiosa o metafísica acorde a su conciencia, y reconoce que a la libertad de creer en la concepción más afín a las necesidades personales de cada uno, le corresponde también el derecho a no creer, ya que para la Masonería no hay discriminación posible entre los hombres, ni racial, política, social o religiosamente hablando, sosteniendo que la única diferencia es la calidad espiritual con la que cada uno cultiva su propio ser.

Institucionalmente, ya que no se concibe el masón sin Logia, todo miembro debe pertenecer a una Logia, y es totalmente independiente en la esfera de su competencia, solo limitada por las facultades que las Logias cedieron voluntariamente a la Gran Logia a través de sus Estatutos, Constitución y Reglamentos Generales, a los efectos de una más efectiva organización nacional.

Algunos historiadores remontan los comienzos de la Masonería al inicio de los tiempos. Otros, recordando que “masón” significa “constructor” o “albañil”, remontan ese origen a los gremios de artesanos de la Edad Media, ya que su proceso histórico concuerda con el de la arquitectura y principalmente, de la arquitectura gótica. Más, de cualquier manera, la Masonería moderna nace en 1717 en Londres, cuando cuatro Logias resolvieron fusionarse en una Institución bajo la denominación de la Gran Logia de Londres y Westminster, dando así nacimiento a la masonería especulativa o filosófica, en contraposición a la anterior, operativa.

Nuestros Reglamentos prohiben al Masón difundir los nombres de sus Hermanos (así nos llamamos entre nosotros), y él solo puede hacer público su condición cuando circunstancias de trascendencia para el bien común así lo impongan. Los secretos que existen son los medios de que se valen los masones para reconocerse en cualquier parte del mundo, y también la clave para interpretar sus símbolos y las enseñanzas de orden moral que ellos encierran.
Más debe quedar en claro que la Masonería no es una sociedad secreta en cuanto a Institución legalmente constituida; las autoridades argentinas le tienen concedida la personería jurídica desde 1879, y sus fines son igualmente conocidos por cuanto están enumerados en los Estatutos aprobados por el Gobierno de la Nación y ampliamente difundidos en diccionarios, enciclopedias y publicaciones históricas.
Pero en épocas de cruenta persecución que en algunos lugares se había lanzado contra la Masonería, es lógico que se hayan constituido grupos de masones discretamente reservados, lo mismo que hicieron los cristianos perseguidos por el Imperio Romano. Sin embargo – como es fácil deducir – no es esta la verdadera motivación del llamado secreto masónico. Este se refiere al estudio e interpretación de los ritos y símbolos de la Orden, de los cuales surge la utilidad de los trabajos realizados en las Logias.
Es bueno reconocer dos categorías muy distintas de sociedades secretas:
Las organizaciones secretas (clandestinas) políticas, cuya acción y ejercicio son de duración limitada y cuyos fines son secretos.
Las sociedades iniciáticas que de ningún modo intentan ocultarse, pero cuyo secreto consiste en reservar el conocimiento de los ritos y ceremonias a los iniciados porque se trata de un método racional de perfeccionamiento espiritual. La Masonería es – por excelencia – una sociedad iniciática.
Por lo demás, cabe hacer notar que en las guías telefónicas constan los teléfonos y direcciones de las Logias Argentinas.

Los Masones entendemos que la virtud es la capacidad de hacer bien en su más amplio sentido, y el cumplimiento de nuestros deberes para con la familia y la sociedad sin egoísmo ni vanidad. La Masonería enseña a practicar la virtud como calidad suprema de la moral y como lealtad de la conducta para con el ideal, que debe conducir hasta el sacrificio cuando sea necesario para el cumplimiento del deber.
Considera la virtud como una realización siempre perfectible, porque sabe que el hombre no es invulnerable a las tentaciones y debilidades, pero el permanente esfuerzo del espíritu se convierte en eficaz valuarte de la virtud.

La moral de la Masonería no está directamente ligada a ningún sistema filosófico, ni a credo religioso alguno. La constituye el fondo común de preceptos universales que enseñan al hombre a ser mejor y a amar a sus semejantes. En todas las religiones y en todas las filosofías se encuentran las esencias de una sabiduría elaboradas por los más sublimes sentimientos del corazón y templados en las duras experiencias de la vida y de la historia.
La Masonería busca la solidaridad de los valores morales, intelectuales, éticos y estéticos para lograr la consistencia armónica de la conducta humana.

Sus principios son: LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD.

Libertad de la persona humana y de los grupos humanos, ya sean Instituciones, razas o naciones, y en todos sus aspectos; es decir, libertad de pensamiento y libertad de movimiento.
Igualdad de derechos y obligaciones de los individuos y grupos humanos sin distinción de raza, religión, sexo o nacionalidad.
Fraternidad entre todos los hombres, y entre todos los pueblos y naciones, porque todos los hombres nacen libres e iguales en derechos y en dignidades.

De ninguna manera. No está afiliada a ninguna religión determinada, ni compite con ellas. Elevándose sobre toda clase de discusiones, ofrece a los amantes de la verdad el terreno mas apropiado para el cultivo de la inteligencia mutua y la unión fraternal. No reconoce en la investigación científica ninguna autoridad superior a la razón humana, y rechaza – por tanto – las verdades reveladas que aceptan las religiones positivas. Admite en su seno a personas de todos los credos religiosos, sin distinción, siempre que sean hombres libres y tolerantes, y respeten todas las opiniones sinceramente profesadas, es decir, exentas de fanatismo, egoísmos y supersticiones.